ene 24

Manheim 

18:15 horas 

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Se acabaron las rebajas. La selección de Juan Carlos Pastor, con los dos puntos que que se trae en la mochila de la primera fase, afronta en Manheim cuatro partidos en cinco días frente a rivales de alcurnia en el Grupo II: Rusia, Dinamarca, Hungría y Croacia buscando una de las cuatro plazas que dan acceso a los cuartos de final, donde se cruzarán con los supervivientes del Grupo I: Eslovenia, Islandia, Polonia, Túnez, Francia y Alemania.

 

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(foto: Bongarts Sportfotographie)

 

España necesita ganar dos partidos más para asegurar su presencia en el dramático cruce de cuartos. Y, si gana a Rusia y Dinamarca, bien podría ocurrir que luchar por el primero o el segundo puesto del grupo en los otros dos partidos no sólo carezca de ventajas sino que sea malo: los tres equipos teóricamente mejores del otro grupo han pasado con cero puntos, tras grandes sorpresas; Francia perdió ante Islandia por ocho (24-32), Alemania frente a Polonia (25-27) y Túnez ante Eslovenia (27-34). De modo que Francia (vigente campeona de Europa) o Alemania o ambas podrían ser terceras o cuartas del grupo I. Eso quiere decir que posiblemente, ser mejor que el resto de selecciones pueda ser “castigado” con un cruce a vida o muerte con una grandísima selección.

En cuanto al partido de hoy, Rusia no es lo que era, como demostró hace diez días en el Torneo Internacional de León, donde España la derrotó por 39-28. Casi todos los suplentes bajan mucho el nivel; de los titulares, son muy buenos los extremos (Kokchárov y Krivochlíkov) y el pivote (Chipurin), y peligrosos los de la primera línea (Rásvortsev, Ivánov e Igrópulo) cuando están en racha.

Pero juegan siempre de la misma manera, y además parece que actualmente en el equipo rusos no hay buen rollo: «Cualquiera que entienda de balonmano verá claramente nuestras grandes carencias. Y, además, los jugadores no cumplen mis instrucciones», admitió el incombustible seleccionador Vladímir Maxímov tras la derrota del lunes ante Croacia (27-32). Es un partido propicio para que España repita la cadencia y los métodos que usó contra Egipto y la República Checa: desgaste del rival, que se rinde por cansancio en los últimos quince minutos, y balones al pivote Uríos en cantidades industriales. Pero conviene recordar que España aún no ha mostrado que tiene lanzamiento exterior. Ni la solidez defensiva exigible. Ni las clásicas exhibiciones del portero Barrufet. Y sin esas virtudes, las medallas son poco menos que imposibles.

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