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En la otra semifinal entre Dinamarca y Polonia el favoritismo recae en el equipo nórdico, que, por fin, parece en disposición de trasladar a la categoría absoluta el abrumador dominio que en los últimos años ha ejercido en las categorías inferiores.

El equipo de Ulrik Wilbek confía en poder quitarse de encima de una vez por todas el cartel de pusilánime que le persigue tras perder las semifinales de los tres últimos campeonatos de Europa, en los que Dinamarca, no obstante, logró la medalla de bronce.

La selección modelo, el ejemplo a imitar según la mayoría de los técnicos de la Federación Internacional, quiere demostrar que también es capaz de ganar, y no sólo ofrecer brillantes ejercicios de estilo, que sirven para ganarse la admiración de los aficionados, pero no títulos.

Pese a todo, parece que los Boeldsen, Jensen, Boesen y compañía no están en Alemania al mismo nivel que demostraron el pasado año en Suiza, donde cayeron con España en las semifinales, lo que abre un hueco a la esperanza a la sorprendente Polonia, auténtica revelación del Mundial.

La selección polaca, que ya alcanzó la tercera plaza en la anterior ocasión, 1982, que Alemania acogió el Campeonato del Mundo, tratará de buscar su primera final universal de la mano del mítico Bogdan Wenta, que dirige los destinos de Polonia desde hace dos años.

El ex jugador, entre otros, de Bidasoa y Barcelona, ha visto como su talentoso grupo de jóvenes jugadores era primero capaz de dejar fuera del Europeo de Suiza’06 a toda una potencia como Suecia y, ahora, de alcanzar toda una semifinal en un Mundial.

Los polacos confían en una poderosa primera línea que componen el central Grzegorz Tkaczyk y los laterales Marcin Lijewski y Karol Bielecki, todo un ‘cañonero’, muy bien acompañados por el portero Szmal, el extremo Marius Jurasik y el pivote del Magdeburgo Bartosz Jurecki.

 

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